lunes, 6 de agosto de 2018

El Horla


Creo que tenía diez o doce años cuando Guy de Maupassant me capturó para siempre con este relato donde la angustia cobra la forma de un ser sobrenatural que lo devora todo.
Desde pequeño adoré ser testigo de aquel proceso en que un hombre pierde la cabeza poco a poco hasta estallar en mil pedazos. Este proceso ha sido retratado magistralmente por maestros de estilos y épocas tan disímiles como Goethe en Werther y Edgar Allan Poe en El corazón delator.
El Horla fue el turno de Maupassant. Víctima de fiebres, debilidad fisica y tensión nerviosa, el protagonista de esta historia nos conduce a través de un diario donde va registrando la involución de estas dolencias cuyo diagnóstico los médicos son incapaces de hallar. Mientras su salud se resquebraja, las botellas de agua y leche de la casa amanecen vacías, como si alguna entidad invisible se alimentase succionando no solo la energía vital del autor sino también estos dos elementos. No les diré más.