domingo, 13 de enero de 2019

Winter's Bone



De los Estados Unidos, he tenido la suerte de conocer solo los estados más ricos: Alaska, California, y uno de los oasis de Florida: South Beach, donde no ve más que riqueza por todos lados. Hace un tiempo, las declaraciones de la actriz Kirsten Dunst causaron cierta polémica luego de un viaje por carretera que la llevó por Tennessee, Luisiana y Arizona:

-Después del viaje, pensé “Wow ¡nuestro país es tan pobre! Es algo que nadie piensa. Visitamos los pueblos donde hay restoranes y grifos. Hay bonitos paisajes, pero la mayoría de las personas vive muy modestamente. Las costas Este y Oeste son muy distintas del resto de los Estados Unidos.

La controversia le cayó encima por dos razones: muchos habitantes de las costas no conocen la realidad del interior del país, y abundan los campesinos del interior que no se consideran pobres, ya sea por orgullo o por convicción.

Es difícil, en efecto, imaginar la Cordillera de los Montes Apalaches y los Ozarks, como la versión norteamericana de los Andes, con ese mismo abandono por parte del gobierno y esa misma gente del campo aferrada a sus costumbres ancestrales que se resiste a integrarse al mundo de los citadinos, quienes no suelen verlos con buenos ojos. “Redneck” es un término despectivo hacia estos pueblerinos que bien podría equivaler a “cholo” en el Perú, y que se refiere a los blancos campesinos, ignorantes y “sin clase”. “Hillbilly” es como se les conoce a los habitantes de las montañas -acaso “serranos” (en su peor acepción peruana) o “recién bajaditos”. Algo curioso es que al igual que los habitantes de la serranía peruana, no son una minoría racial despreciada sino más bien parte de la gran mayoría, tal como en nuestro propio país. Quienes habitan en los Apalaches suelen ser los más blancos de los blancos, descendientes directos de los primeros colonos irlandeses ¿Cómo entonces terminaron ocupando un lugar tan bajo en la escala social de los Estados Unidos?

Se cuenta que la mayoría de píoneros evitaron a toda costa mezclarse con los indígenas, a diferencia de los conquistadores españoles en América Latina, que dieron origen al mestizaje ni bien terminaron de poner dos pies en nuestro subcontinente. Los británicos, en cambio, se dedicaron a exterminar a los nativos norteamericanos, y muchas veces cuando llegaban a un nuevo poblado, encontraban a todos los indígenas ya muertos por los virus que trajeran de Europa. Así, América del Norte se les fue abriendo y entregando mucho más fácilmente de lo que pensaron. Sin embargo, como siempre hay un grupo de rebeldes, algunos hombres blancos se involucraron con mujeres indígenas y engendraron hijos. Estas nuevas familias no tenían lugar adónde ir, ya que los tanto los blancos como los nativos americanos los consideraron ”sangre sucia”, y los echaron lejos. Fue en el exilio que estas parejas birraciales y sus niños se refugiaron en lo alto de los Apalaches y llegaron hasta los Ozarks. Perdieron todo contacto con su lado blanco y con su lado indígena, y crearon su propia cultura. Por alguna razón, sus descendientes lucen casi por completo blancos y es difícil detectar la sangre nativa en estos caucásicos rubios o pelirrojos que muestran todas las dolorosas señales de la pobreza y el abandono: la dentadura incompleta, múltiples adicciones, un nivel muy alto de analfabetismo y deserción escolar, así como una tasa record de ingreso a los penales, mayormente por delitos relacionados con narcóticos.

A estas zonas paupérrimas, en algunas de las cuales no se cuenta con servicios de agua, ni desagüe, se les conoce como “pueblos de metanfetamina”, ya que es el abuso de esta potentísima droga se encuentra generalizado, tal vez solo superado por el OxyContin, más conocido como “la heroína de los serranos/recién bajaditos", una sustancia mucho más barata y tóxica que la heroína misma, cuyo consumo también se ha generalizado.

Es en los Montes Ozarks que se desarrolla la historia de Winter’s Bone, protagonizada por Jennifer Lawrence (Ree) en lo que fue, según muchos, el mejor papel de su carrera, así como en el que se inspiraron más tarde para crear a Katniss, la heroína de Los juegos del hambre. Winter’s Bone, sin embargo, es todo menos comercial y optimista. El padre de Ree abandona a su familia, constituida por una esposa adicta y tres hijos: la adolescente Ree y dos niños pequeños. Este hombre, un microcomercializador de drogas, debía mucho dinero y un día simplemente nadie lo vuelve a ver. Ree, como única persona sobria y casi adulta de la familia, se desvive por no dejar morir de hambre a su familia, llegando a cazar ardillas para pelarlas y cocinarlas al carbón como si fuesen pollos. Cuando va a pedir ayuda a las autoridades, éstas le preguntan:

-¿Y dónde está tu hombre?
-No tengo hombre.

La miran incrédulos. Sociedades como las de los Ozarks y los Andes suelen ser extremadamente patriarcales y no es mucha la importancia que se dé a la palabra de una mujer sola, aun en pleno siglo XXI. Ree busca por todos los medios averiguar qué sucedió con su padre, llegando a ser amenazada, secuestrada y golpeada por su atrevimiento. Nadie en el pueblo parece saber de su padre, y quienes parecen saberlo, tienen poderosas razones para cerrar las bocas.

En medio de un invierno helado, gris y sobrecogedor, somos testigos de la barbarie en la que viven estos seres olvidados por su gobierno, a quienes -así como a nuestros compatriotas de las zonas más pobres de Puno o Huancavelica- los citadinos prefieren, en el mejor de los casos, ignorar; y en el peor, despreciar.

Ree tiene buenas razones para no rendirse en la búsqueda de su padre, una búsqueda por la que ya sufrió vejámenes en manos de sus vecinos que viven de las drogas: un policía fue a buscarla y le anunció que si su padre no aparecía, tendrían que confiscarle la casa. La madre enferma, los dos niños pequeños y Ree quedarían no solo hambrientos -algo que podían al menos combatir comiendo pasto y ardillas- sino durmiendo a la intemperie en pleno invierno.

¿Qué me sorprendió de esta película? La fortaleza de Ree y la interpretación de una joven Lawrence a quien supe reconocer entonces como una joven promesa del cine.