martes, 15 de enero de 2019

Out Of The Furnace


[Advertencia. Reparto de lujo: Christian Bale, Casey Affleck, Willem Dafoe, Woody Harrelson y Forest Whitaker].
Esta epopeya de marginalidad y pobreza extrema sucede en Pennsylvania, parte del Rust Belt (Cinturón del óxido), conjunto de estados que fueron sumamente ricos hasta la primera mitad del siglo XX gracias a la producción de acero e industria pesada. Entre ellos se encuentran Wisconsin, Michigan y West Virginia, estados que se vinieron abajo desde que los Estados Unidos comenzaron a tercerizar su mano de obra a países como China. Las consecuencias fueron desastrosas. Millones de obreros blancos con buenos sueldos y un estilo de vida basado en el trabajo duro y orgulloso quedaron en la completa miseria. Décadas de abandono causaron que familias enteras perdieran sus casas, que los jóvenes tuvieran que abandonar la universidad y que un aumento sin precedentes de la prostitución y el consumo de drogas terminasen por arrasar la región. Para quienes fueron testigos del brillo de Pittsburgh en sus años dorados, es triste ver en lo que se ha convertido hoy. La mezcla de resignación, desesperación y resentimiento que en el Perú termina concediendo votos a populistas como Keiko Fujimori, Ollanta y Antauro Humala, Marco Arana y Gregorio Santos -despertando, además, simpatías hacia movimientos como el Movadef- jugó un papel crucial en la victoria de Trump en todos estos estados. La esperanza en un líder que amenazaba con sacudir el sistema se sumó a la seguridad que otorga el no tener nada que perder. Además, Trump prometió reabrir las fábricas, algo que -vale aclarar- ha venido cumpliendo desde que asumió el mandato.
Out Of The Furnace significa literalmente “Fuera del horno”, y se hace referencia, en un nivel básico de análisis, a las inmensas plantas de fundición donde los jovencitos blancos van a entregar sus vidas para sufrir muertes tempranas a causa de los accidentes y los gases tóxicos. En la película, podemos ver al padre del protagonista como un estoico pero moribundo anciano postrado en una cama con las vías respiratorias destruidas. No hay dinero para el tratamiento médico. Muere.
El hermano menor de protagonista, recién llegado como héroe de Irak, se encuentra en la misma situación de tantos jovencitos en el Rust Belt: le sobran las medallas, pero no le alcanza para comer. Desesperado, decide incursionar en las apuestas y pierde. Necesita mucho dinero para pagar o irán a buscarlo y lo matarán o le quebrarán las piernas. Entonces, se le ocurre partir hacia el Ramapo, la cordillera verde de los Montes Apalaches, donde hasta el día de hoy se organizan peleas ilegales, sin guantes ni reglas, y donde era común -según algunos, lo sigue siendo- que el peleador victorioso le arrancase al derrotado un globo ocular, como parte de una práctica conocida como “gouging”. Son jóvenes y viejos a los que el no tener nada ya que perder los impulsa a matarse unos a otros por algo de dinero para la comida, los hijos, el alcohol y las drogas. Éste es diálogo entre John, organizador de peleas (Willem Dafoe) y Rodney, el joven veterano de Irak (Casey Affleck) y su hermano mayor, Russell (Christian Bale):
-Hey, vamos a pelear en Jersey, allá en el Ramapo hay peleas.
-No me menciones eso.
-No es para ti ¿por qué? He oído que se gana buena plata.
-Mira, Rodney, ve a trabajar a la planta, como tu padre y tu hermano. Esa no es una forma para ti de ganarte la vida. Tú eres un buen chico con un buen corazón.
(...)
-No quiero trabajar en esa maldita planta, hombre. Quiero ser como tú, John.

[Luego, Rodney se dirige a Russell]
-¿Dónde has estado?
-Allá con los amigos.
-Bueno, parece que tus amigos juegan rudo.
(...)
-Hey, déjame ver tus manos.
-¿Qué?
-Déjame ver tus manos. Rodney, ven acá y déjame ver tus putas manos.
-Vamos, no empieces [le muestra sus manos heridas por golpear a sus rivales sin guantes).
-¡Qué es esto!
-No vengas a reprocharme.
-¿Eso es lo mejor que puedes hacer?
-¿Qué crees tú que debería hacer?
-No lo sé… Asfaltar las pistas para el Departamento de Carreteras. Carajo, ponte a vender zapatos. Ven a trabajar a la planta. Ven a trabajar a la planta, te estoy diciendo. Roach te dará trabajo con nosotros.
-No, hermano, antes muerto que trabajar en esa puta planta. A la mierda con la planta ¡A la mierda con la planta!
-Yo trabajo en la planta, oye mocoso insolente. Y es lo suficientemente buena para mí.
-¡Esta planta de mierda mató a nuestro padre!
-Oye, deja de ser tan orgulloso cuando se trata de ganarte la vida. No hay nada de malo con la planta.
-¿Qué acabas de decir?
-Que no hay nada malo en trabajar para ganarse la vida.
-¿Trabajar para ganarse la vida?
-Sí.
-¿Eso es ganarse la vida, hijo de puta? ¿eso es acaso trabajar para ganarse la vida? ¿es ganarse la vida cuando [en Irak] yo he cargado las piernas de mi mejor amigo bajo un brazo y el resto de su cuerpo bajo el otro brazo? ¡He visto a un puto bebé sin cabeza! ¡He visto una pila de pies mutilados en medio de la calle y yo tuve que hacer la limpieza! Le entregado mi puta vida a este país ¿eso no acaso es ganarse la vida? ¿y de qué me ha servido? ¿eh? ¡de qué mierda me ha servido!
-Vete a la mierda.

[Nuevamente, se dirige a John]:
-Consígueme esa pelea en el Ramapo.
-Te dije que no me volvieras a hablar del tema.
-Necesito una maldita última pelea, John. Solo dame una buena pelea, por favor. ¡Una buena maldita pelea, por favor! Es todo lo que te pido ¿Podrías hacer eso por mí?
-No. Créeme cuando te digo que no quiero verte poner un pie en esas montañas
-¿Cuál es el maldito problema?
-El maldito problema es que he trabajado con estos tipos por mucho tiempo, y cuando no obtienen lo que quieren, se ponen bravos.
-Ah, conque se ponen “bravos” ¿no?
-Sí. Tú no los conoces.
-¿Ah sí? ¡John, puta madre, no tengo muchas opciones! Yo puedo entrarle a esas cosas de pueblerinos.
-¡Cálmate, mierda!
-¡Tú escúchame, mierda! Ok. Por favor. Lo siento.
-Estoy tratando de protegerte.
-Carajo, solo llámalos, John ¿por favor?
-No lo voy a hacer, Rodney. Yo no los voy a llamar.
-Bueno, entonces no te voy a dejar en paz hasta que lo hagas ¡Llámalos!
-Rodney…
-Llámalos
-Rodney…
-Tan solo llámalos, por favor.
-Rodney…
-Por favor, llamalos, solo te estoy pídiendo una pelea. Por favor, llámalos. Por favor, llámalos.
-¡Puta madre, Rodney! ¡Tú te metes con esos incestuosos y vas a regresar arrastrándote!

Aquí viene la controversia. En realidad, más que “incestuoso”, el vocablo inglés “inbred” se refiere despectivamente a las personas que son producto de relaciones incestuosas. A diferencia de lo que sucede en América Latina, en los EE.UU. existe un prejuicio muy fuerte contra los romances entre primos, incluso si estos son de segundo grado. Es algo que no solo queda en el prejuicio, sino que está penado por la ley. Y en estas poblaciones olvidadas del Cinturón del óxido, los Apalaches, y más aun en los rincones más altos del Ramapo, el incesto y la endogamia son práctica común que ha originado una plaga de desórdenes genéticos, manifestados muchas veces en deformidades físicas, limitaciones en el coeficiente intelectual o en casos extremos como el de la familia con piel azul (https://www.youtube.com/watch?v=f6juvi3N1qs).
De más está decir que ésta es otra de las razones por las que los blancos citadinos no ven con buenos ojos a los blancos del campo, y es común oír frases similares a las trístemente normalizadas en Lima: “¡Esos serranos viven como animales!” (cámbiese “serrano” por “hillbilly”). Es tal el desprecio y el temor que muchos americanos citadinos sienten hacia los pueblerinos montañeses, que fueron estos últimos fuente de inspiración para macabras leyendas sobre seres monstruosos de los bosques que eran producto de generaciones y generaciones de sexo entre hermanos. Por eso, abundan películas como “The Hills Have Eyes”, donde los pueblerinos aparecen como seres infrahumanos y violentos, o “Deliverance”, donde se les representa como salvajes sin piedad que tienen sexo con cerdos y no dudan en torturar y asesinar a cualquier citadino que ose aventurarse en sus montañas. El villano de Out Of The Furnace (Woody Harrelson) Harlan DeGroat es el estereotipo -genialmente representado- que tienen los citadinos de los montañeses: es alcohólico, heroinómano, salvajemente violento contra hombres y mujeres, y -por supuesto- no trabaja. El escándalo mediático surgió porque en los Ramapo existe la verdadera familia DeGroat, y se sintieron tan indignados ante la película que no dudaron en salir a protestar, promoviendo incluso el boicot. Al final, sin embargo, nadie les hizo mucho caso por una gran verdad que los DeGroat y la gente del Ramapo declararon: “Los blancos pobres del campo somos la única minoría a la cual todavía es válido humillar”. Así, estereotipos como el del negro delincuente (y el “blackface”), la latina sexy pero bruta, el nativo americano con arco y flecha, y el asiático pervertido, han ido disminuyendo en una cultura pop cada vez más política correcta, mientras que las burlas contra una población tan vulnerable como los blancos montañeses no han hecho sino multiplicarse.
En una escena de la película, el alguacil (Forest Whitaker), habla con Rusell sobre su hermano, joven héroe de Irak y peleador callejero ahora desaparecido en las alturas de los Ramapo:
-Son generaciones y generaciones de esa gente que jamás ha bajado de su montaña. Ellos tiene su propio sistema de justicia y eso no nos incluye a nosotros. Ni siquiera la policía local, con varios patrulleros, ha sido capaz de encontrar nada. Así que ya lo sabes: aquí yo estoy atado de manos.
Russell, enfurecido ante la impotencia y mediocridad de la policía, decide entonces coger un arma, subirse a su destartalado auto y subir él mismo a las montañas en búsqueda de su insolente pero adorado hermano menor. Es la única familia que le queda, luego de que la pobreza le arrebatara su padre y a la mujer de su vida. Cuando llega a lo alto de los Montes Ramapo, lo espera un panorama digno del Infierno de Dante. Jóvenes y viejos tambaleándose por las calles como zombies, todos drogados, paranoicos y con las manos listas para apretar el gatillo ante cualquier sobresalto. Así, comienza su búsqueda de DeGroat, amo de los Ramapo a quien Russell culpa por la desaparición de su hermano. Haciéndose pasar por un consumidor más de heroína y valiéndose de aquellas artimañas de las que solo somos capaces los padres y los hermanos mayores, consigue entrar a la cabaña de DeGroat, donde los sillones y el piso se hallan cubiertos por pilas de adictos. Custodiado por un par de jóvenes del Ramapo, llega hasta la habitación de uno de los peces gordos, a quien pide una cantidad de metanfetamina.
-¿Quién carajo eres tú? -le pregunta el gran dealer al ver un rostro desconocido en su antro de drogas.
-Solo estoy de pasada.
-No te he preguntado adónde vas.
-Bueno, yo no te he preguntado quién eres. Solo quiero drogarme, y nuestro dinero es verde [Russell anda acompañado de un anciano a quien ya no le importa morir y se ofrece como voluntario para acompañarlo en su misión suicida hacia los Ramapo].
-Bien, entonces han venido al lugar indicado. Les diré que ustedes deben tener los huevos bien puestos para venir hasta acá sin conocer a nadie. En fin, si su dinero es verde, no hay problema. Esto es cristal puro -menciona mientras le muestra una bolsa con metanfetaminas, y aun sospechoso de que Russel sea un soplón o un policía encubierto, lo reta- a ver, préndelo.
-Se ve bien para mí ¿cuánto?
-No, prende esa mierda. Te a volar los huevos, hermano.
-Te dije que ya estoy drogado ¿cuánto?
-¿Así que no sabes cuánto cuesta?
-¿Conoces a Harlan DeGroat? -Russell le lanza la pregunta.
-¿Esto es una broma? -contesta el dealer, incrédulo y alarmado ante la sola mención del pez más gordo de toda la región del Ramapo, de quien Russell anda en cacería humana.
-¿Por qué bromearía con una cosa así?
-Porque ésta es su casa.
-¿Él está por aquí?
-No lo sé. No soy su niñera.
-Ok.
-Nos vamos. Volveremos más tarde.
-¡Hey! -grita el dealer desde su asiento. Russell y el anciano voltean cautelosamente, como esperando a que empiece la balacera.
-Te olvidaste de esto -y le lanza la bolsa con metanfetaminas, como diciéndole “Ya sé quién eres”.

En un antro donde las paredes tienen ojos y todos andan con una mano en el arma, Russell ya quedó en evidencia como un farsante y un enemigo de DeGroat. La historia, sin embargo, está muy lejos de terminar.