domingo, 10 de febrero de 2019

Mario Vargas Llosa, su apoyo a Fidel Castro y a otros personajes monstruosos


Comenzaré con este párrafo de la reseña que escribió Beto Ortíz sobre El cine malo es mejor, de Javier Ponce. (A propósito, tampoco me importa quién es Beto Ortiz como persona).

“Javier Ponce es genial pero fujimorista” —me whatsappea un amigo gay pero caviar. “A mí qué chucha” —le respondo— “así fuera nazi pero caníbal, yo lo leería igual”.

Nunca me han interesado las vidas de los escritores, sino únicamente sus obras. Mi mayor antipatía contra MVLl viene de haberse vendido al nefasto régimen de Fidel Castro, así como muchos intelectuales de su generación, varios de los cuales apoyaron esta barbarie hasta la muerte. (MVLL tuvo, al menos, la decencia de alejarse para nunca más volver). Su apoyo a uno de los peores sátrapas de la historia jamás hizo, sin embargo, que dejase de admirarlo como el gran artista que, en mi opinión, es. Me sucedió igual con Gabriel García Márquez, castrista confeso, pero maestro de la literatura.

Aunque me cae mal su actual cercanía con la realeza española, a la que apoya a pesar de sus abusos contra la libertad de expresión, MVLl es un simple ser humano; no es, ni será jamás nada más que eso. Grabémonos bien que los escritores son exactamente como cualquier hijo de vecino: con las mismas taras, prejuicios y debilidades que el resto de los mortales, así dominen el idioma y las artes al derecho y al revés. Los grandes escritores no son seres iluminados, ni muchísimo menos. Suelen ser, más bien, personas muy difíciles de soportar. Siempre he considerado que su única riqueza se encuentra en sus creaciones y yo no me sentaría a la mesa con ninguno de mis grandes ídolos así tuviese la oportunidad de  hacerlo, ya que la gran mayoría no solo son individuos bastante ordinarios, sino que además suelen estar convencidos de formar parte de la reserva moral e intelectual de la humanidad, algo que está, por supuesto, muy lejos de ser cierto.

Hoy, MVLl se manifiesta conta Pedro Sánchez, aparece junto a personajes nefastos de Vox y yo no me inmuto: seguiré leyéndolo. Mañana, se morirá y tampoco me inmutaré. No me enstristeceré, ni iré al cementerio a dejarle flores y tomarme fotos con su tumba, como jamás he hecho ni haría con ningún otro escritor del mundo. El único aporte de un artista a la humanidad son sus obras. El resto es vulgar carne, hueso y cenizas.