domingo, 4 de marzo de 2018

Bécquer, no sólo rimas



A corta edad, cuando todavía no nos damos de cara con el verso libre y la mediocridad del profesor conjura a favor de las rimas y el paporreteo, Gustavo Adolfo Bécquer resulta la cumbre del lirismo. 

Pasan los años, ya en la secundaria, y el vate sigue siendo rostro o imagen del sentimiento hecho texto, del amor mas cursi. Y hasta el dibujo que lo representa es icónico, al modo de un Ché de mediados del siglo XIX. Nunca se nos ha ocurrido averiguar sobre su vida ni sobre su obra. Y nos asalta una cuestión: ¿Existió?

Claro que existió. En "La España vacía" el poeta recién se corporeiza. Es un tipo común y corriente que decide llevar su tuberculosis, la fatalidad romántica por excelencia, fuera de la ciudad para mejor tratarla y para interponer entre él y su mujer una distancia liberadora: no se llevan bien.

Alejado de su tormento, él, a quien se le suponía enteramente prendado de ella, aguarda todos los días angustiado la llegada de los diarios. Despachará luego con el transporte que le lleva las noticias, las crónicas que reforzarán su aura de romántico.

Arriba, la foto de medio cuerpo de Bécquer.